>CAPITALISMO O SOCIALISMO


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Se actualiza la fecha de publicación del presente artículo a pedido de los lectores.

César Aching Guzmán


El día 13.09.2010, recibí de Darío Enríquez, lector de mi blog PUNTO DE VISTA Y PROPUESTA, el comentario y posdata siguientes:

Efectivamente, el Capitalismo TIENDE a destruir a sus dos fuentes de riqueza: la naturaleza y los seres humanos… pero no lo hace porque se regenera cada cierto tiempo, mejorando su trato hacia la naturaleza y los seres humanos… en cambio el Socialismo no solo TIENDE sino que VERDADERAMENTE destruye a la naturaleza, a los seres humanos y todo lo que puede, hasta que termina por destruirse a sí mismo. Recordemos como el imperio soviético se destruyó a si mismo por IMPLOSION.

p.d. Felicitaciones por su web, es muy interesante como expresión libre y democrática … felizmente pueden existir en virtud de un sistema que -aunque no exento de problemas- defiende las libertades … si estuviesen en el Socialismo Real, no habrían podido existir como medio de difusión o los hubieran liquidado más temprano que tarde.

Darío Enríquez 

Respuesta

Darío inicia sus comentarios con una frase de Karl Marx “El Capitalismo tiende a destruir a sus dos fuentes de riqueza: la naturaleza y los seres humanos” -inserto en el blog-, y, nos dice que el capitalismo… no lo hace porque se regenera cada cierto tiempo, mejorando su trato hacia la naturaleza y los seres humanos…

Para aclarar esta concepción equivocada del lector recurrimos al libro “El Antiimperialismo y el Apra del Siglo XXI”, de Guillermo Sendón G., págs. 108, 109, 110, 111, 117,118, 119 y 120. Con citas textuales del Capítulo V y comentarios nuestros, vamos a demostrar lo contrario de esta aseveración:

¿Qué puede decirse acerca de la economía de materiales ?

Nos dice así: las cosas que utilizamos se mueven a través de un sistema de EXTRACCION, PRODUCCION, DISTRIBUCION, CONSUMO Y DESCARTE. Lo cual resulta una verdad a medias; pues el sistema interactúa en un mundo real donde quienes lo integran (personas agrupadas en sociedades, con cultura, economía  y en un ecosistema o medio ambiente- deben guardar equilibrio para que puedan seguir coexistiendo. 

 ¿El capitalismo en crisis estructural?

¡Sí!, la razón se encuentra en que el capitalismo es un sistema lineal, no aplicable en un mundo finito  (los recursos naturales se están agotando); tal como está diseñado por los dueños de las grandes corporaciones, el sistema exige un crecimiento perpetuo de la economía real, es decir, la quema acelerada de los recursos naturales. Es por ello que el mundo real le ha puesto límites al sistema, como tal debe ser sustituido por un modelo social que privilegie la vida y no el capital; este sistema es el socialismo.

¿Quiénes conforman el mundo real?

Lo conforman las personas que viven y trabajan en este sistema: 

1) El pueblo, que está constituido por la gran mayoría. 

2) El gobierno: integrado por las autoridades que dirigen, controlan y administran las instituciones del Estado; es precisamente el gobierno quien tiene a su cargo la conducción política o el ejercicio del poder del Estado y que en teoría representa al pueblo.
3) Las corporaciones y grandes empresas capitalistas. Teóricamente, el ejercicio del gobierno debe beneficiar al pueblo, pues representa a ese sector mayoritario; pero sucede todo lo contrario. En el capitalismo, las personas no están en la agenda de los “gobernantes”; por el contrario, son las corporaciones quienes se han constituido en la preocupación fundamental de los que gobiernan; incluso, muchas corporaciones han llegado a ser más grandes en tamaño y poder que los propios gobiernos. De las 100 economías más grandes del planeta 51 son corporaciones, ello explica claramente, al servicio de qué intereses están los gobiernos en el capitalismo. Por experiencia, en el Perú se cumple esta ecuación, plenamente.

Estados Unidos, debido al poder de dominio de las corporaciones, destina más del 50% de los impuestos de sus ciudadanos para gastos militares; ello le permite  mantener, asegurar y extender tanto su poder imperialista como el mayor desarrollo de las corporaciones. Igualmente, por las mismas razones, ha depredado más del 96% de sus bosques originales; más del 40% de sus vías fluviales ya no son potables. Son menos del 5% de la población global, consumen más del 30% de los recursos mundiales y generan más del 30% de los desechos, en su mayoría tóxicos. Es decir, Estados Unidos usa más de lo que realmente le corresponde, reflejo inequívoco de la sociedad de consumo. Si todos los países consumiéramos como lo hace Estados Unidos necesitaríamos como seis planetas tierra para satisfacer semejante demanda. 

No obstante, en Estados Unidos, donde el poder de dominio de las corporaciones es extremadamente fuerte, ningún gobierno ha osado restringir ese consumo. Los gobiernos han estado y siguen estando al servicio de ese consumo.  Y es que ese consumo favorece al gran poder, favorece a las grandes corporaciones. Consecuentemente, no se hace nada por cambiar o restringir la acción expoliadora y depredadora de las corporaciones, quienes además, son causantes de las crisis financiera y climática global. Un caso típico lo constituye la política de salvataje con que se ha favorecido a las corporaciones causantes de la más grande debacle económica mundial; el gobierno norteamericano los ha favorecido con ayudas extraordinarias que superan largamente los 1,600 billones de dólares a fin de que puedan recuperarse de la quiebra inminente. Evidentemente, el pago de ese cuantioso rescate será asumido por todos los ciudadanos de ese país, en primer término, y como efecto de la globalización, por los ciudadanos del mundo. Este hecho demuestra que en los Estados Unidos de Norte América, potencia mundial y mayor exponente del capitalismo salvaje, cuando de crisis financiera se trata, el estado acude en rescate y las deudas se socializan. Desde luego, las utilidades son privadas e inmaculadas.

El poder dominante está montado en América Latina de diversas formas, siendo una de las más demostrativas la instalación de bases militares con el objetivo de apropiarse de recursos que no le pertenecen (petróleo, gas, agua, biodiversidad y minerales) y agotarlos como lo han hecho en su país, sin importarles dejar regiones desoladas ni detenerse a prever que la explotación irracional es el paso previo a la extinción de la especie humana. 

En la actualidad, el mundo y América Latina en particular  buscan sacudirse de…una elite delincuencial, compuesta por unos diez mil banqueros, industriales y políticos profesionales que usan los recursos del planeta y los frutos de nuestro trabajo, para sí. Monopolizan los beneficios de la energía, de la tecnología, de la ciencia, de los alimentos, de la educación y de la salud, dejando a las mayorías en la miseria y el desamparo.  

5.4. Capitalismo y medio ambiente 

Como se ha venido explicando en los numerales y capítulos precedentes, los países capitalistas “desarrollados” que apenas concentran el 15% de la población global (de aproximadamente 6,770  millones de habitantes) consumen aproximadamente el 80% de los recursos mundiales; este desequilibrio se refleja en las marcadas diferencias entre ricos y pobres. 

Según la revista Forbes  para marzo del 2009, su lista está compuesta por un total de 1,200 acaudalados de casi todos los países cuyos patrimonios son superiores a los mil millones de dólares;  lógicamente la mayor cantidad de estos ricos son de nacionalidad estadounidense, por ser la “meca” del capitalismo. Ellos existen porque han generado pobreza; consumen y se apropian de la riqueza que corresponde equitativamente a todos los seres humanos. Por el daño causado, son una afrenta a la dignidad humana. La pobreza es una realidad que ofrece cifras como las siguientes:
  • Más de 1.000 millones de personas viven actualmente en la pobreza extrema (menos de un dólar al día). El 70% son mujeres.
  • Más de 1.800 millones de seres humanos no tienen acceso a agua potable.
  • 1.000 millones carecen de vivienda estimable.
  • 840 millones de personas están mal nutridas.
  • 200 millones son niños menores de cinco años.
  • 2.000 millones de personas padecen anemia por falta de hierro.
  • 880 millones de personas no tienen acceso a servicios básicos de salud.
  • 2.000 millones de personas carecen de acceso a medicamentos esenciales.

Las cifras anteriores son el resultado de la voluptuosidad de una elite capitalista que acumula desmedidamente riquezas, tan pomposamente publicitadas por la revista Forbes. Con el capitalismo se cumple el veredicto de Karl Marx: “el Capitalismo tiende a destruir a sus dos fuentes de riqueza: la naturaleza y los seres humanos”. 

El capitalismo es contrario al Principio 1º de la Declaración de Río del año 1992: “Los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible. Tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza”.  El capitalismo como sistema económico-social, carece de mecanismos para tratar la vida y el medio ambiente racional y en forma sostenible, por lo siguiente: 

1º) El crecimiento perpetuo de la economía real, regido por la lógica de “crecer o morir”. Para competir -léase destruir a otro- y si es posible quedarse con todo el mercado y patrimonio de su competidor, se busca bajar los costos sobre explotando a los trabajadores. 

2º) El capitalismo es opuesto a la planificación nacional, pues está gobernado por la anarquía de la producción; es un sistema que arrasa el medio ambiente y despoja la fuerza de trabajo e intelecto del ser humano. 

3º) Para el capitalista el corto plazo es fundamental pues su lema es “cuanto más rápido gane, mejor”. Con este horizonte, las consecuencias futuras no figuran en su agenda. Para el capitalista no existe el fin social. 

4º) Siendo el capitalismo un sistema al servicio del sector privado, los intereses que engendra operan en función de los interés de miles de empresas, corporaciones, sindicatos, mafias “privadas”; igualmente, la economía se subdivide en unidades capitalistas de control y propiedad de los medios de producción que compiten entre sí y cada unidad de capital se preocupa fundamentalmente por su propia expansión y beneficio. En estas condiciones, la economía, el medio ambiente (natural y construido por el hombre) y la sociedad no son tratados como un todo debido justamente a su fragmentación privada donde todo tiene un precio; siendo así, cada parte mira lo demás como si fuera “gratis”. Por ejemplo, un empresario privado instala una fundidora de chatarra, para lo cual considera únicamente los costos inherentes a esa actividad; pero la contaminación que ocasiona en el aire no es su costo, porque no constituye parte de su propiedad. En economía y otras ciencias sociales esto se llama externalidad  o interdependencia no compensada. 

Es por estas razones que el capitalismo es incompatible con el desarrollo socio-económico sostenible, perdurable o sustentable, expresado en el Principio 3º de la Declaración de Río del año 1992 : “Satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades.” El capitalismo es contrario al Principio 1º de la Declaración de Río del año 1992: “Los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible. Tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza”.     

No es posible que en pleno siglo XXI, con el desarrollo tecnológico y conocimiento alcanzado, prevalezcan atavismos primitivos de algunos pocos seres humanos de mentalidad y estructura reptílica  que se apropian para sí de los recursos que la naturaleza prodiga a todos por igual y usufructúan el esfuerzo y la creación del genio humano promoviendo incluso la mercantilización del conocimiento científico, una de cuyas características es el conocimiento establecido previamente y que sirve de base a otro. A este tipo de conocimiento se denomina “conocimiento acumulativo”, sin el cual no existiría Einstein sin Newton, Poincare, Lorentz, Planck, o tampoco la dialéctica marxista sin Heráclito de Efeso y Hegel. 

Frente a todo lo expresado, el Perú no es una isla; es reflejo y víctima de las políticas depredadoras del imperialismo a través de las oligarquías y burguesías nacionales ante la obsecuencia cómplice de los gobernantes de turno de toda nuestra vida republicana, salvo alguna excepción. 

Es decir, no hay que confundir el modelo llamado a sustituir al capitalismo con la caricatura que fue el llamado «socialismo real». El capitalismo no es la cúspide del desarrollo humano, únicamente es el cuarto peldaño que nos lleva al siguiente. Como antaño, la sociedad comunitaria primitiva fue sucedida por el esclavismo, el feudalismo por el capitalismo y  ahora le toca al capitalismo y posteriormente será otro y así sucesivamente. Estos cambios se producen no por capricho individual o de grupos, sino por acción de leyes del desarrollo social, son cambios dialécticos.  

Cada nuevo modelo económico social es superior a su predecesor, el signo distintivo en cada uno, es la profundización de la libertad del hombre, reflejada en una mejor calidad de vida de las mayorías nacionales; el próximo modelo deberá aplicar un desarrollo socio-económico sostenible, perdurable o sustentable, opuesto al capitalismo.

Finalmente, sobre la posdata, nada tengo que agradecer a los gobernantes, a la burguesía y oligarquía de mi país por la libertad de escribir y difundir mis ideas y los de otros autores; ello es posible por el legado de combatientes revolucionarios que a lo largo de nuestra vida republicana han combatido para lograrlo; si fuera por el capitalismo, sin la presencia de luchadores sociales, seguramente, todos seríamos esclavos: como lo son los obreros y asalariados del campo al servicio de minúsculos grupos privados y las mayorías nacionales al servicio de la oligarquía financiera parasitaria.